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Uno de los derechos que son más vulnerados en la población de personas con discapacidad es el trabajo, lo que los obliga a ser más dependientes de sus familias y perder autonomía. Es esta actividad laboral una terapia para que estas personas potencien sus capacidades.

El trabajo de juntar dos mundos diferentes

Están los que trabajan porque deben pagar un arriendo, el mercado, manutención de los hijos, la universidad y un sinfín de cosas que se convierten en rutinas fatigantes sin sentido. También hay otros que trabajan por pasión, amor y para cumplir sus sueños. Algunos, mandan miles de hojas de vida y ninguna es aceptada porque no saben un segundo idioma. Y finalmente, están los por su condición “anormal” no son “aptos” para hacerlo.

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 “Para mí el trabajo es un proyecto nuevo, quiero mucho mi trabajo y yo soy un profesional”, dice Simón Mejía con un tono de voz que revela seguridad y entusiasmo. Pero, hace cinco años esta apreciación no sería más que un sueño de muchos de los jóvenes con discapacidad cognitiva y/o física que viven en Medellín. Y es que en muchas ocasiones esta población se convierte en la solución a problemas financieros y de imagen de las empresas, por ejemplo, las que fomenten planes y proyectos que los incluyan mediante la contratación, tienen prelación en el otorgamiento de créditos de organismos estatales.

Un trabajo que los incluya por sus capacidades y no por sus ventajas nació desde el amor de la familia. En Barcelona, España, a la hija de una artista le diagnosticaron síndrome de down, una noticia que no es muy alentadora, no por su condición física y cognitiva, sino por las limitaciones que el mundo impone por no ser “normal”. Sin embargo, una situación que para muchas familias se convierte en un problema de largo aliento, resultó siendo el proceso de aprendizaje y profesionalismo más humano de su ciudad y su vida. Casa de Carlota, en honor a la niña, es una empresa de diseño que decidió salirse de los cánones de lo correcto, lo que es correcto y productivo. ¿Quién pensaría que juntar dos mundos diferentes sería un éxito?

“Me gusta mucho trabajar y estudiar en Casa de Carlota. Soy artista y dibujante, hago letras en diseño visual y me gusta colorear con marcadores de colores y en hojas blancas” dice Santiago Mayo, joven diagnosticado con autismo, que hace parte de la empresa. Han realizado diseños para Redbull, Sura, Lolita y la Alcaldía de Medellín.  Todos los proyectos son realizados por ellos mismos y siempre quieren destacar que no son una fundación, ni realizan obras de caridad, sino que su trabajo vale igual que el de cualquier empresa de diseño.

Las jóvenes con discapacidad suelen ser vistos y tratados como niños que siempre serán dependientes a sus padres o cuidadores, pero este grupo de creativos, como los llaman en Casa de Carlota, han demostrado que pueden hacer cosas de adultos y comportarse como tal. No solo decidir el color de su camisa o zapatos, sino que

Ilustración: Casa de Carlota

tienen la autonomía para decidir si quieren trabajar en una empresa o no. “Hay que empezarlos a formar y a incentivar diciéndoles: ustedes no son niños, usted es adulto y los adultos no andan por ahí tratándose como bebés”, cuenta Nel, director de la sede de Medellín.

Desde la administración también se viene fomentando la independencia laboral de esta población, la Unidad de Discapacidad cuenta con la Escuela para la Inclusión para personas entre 18 y 59 años. Allí se preparan para el empleo y hay una posibilidad de inclusión laboral pero no se les garantiza a todos. Además, si bien es una oportunidad y ayuda necesaria desde el deber del Estado, en muchas ocasiones, cuando se tiene la fortuna de tenerlo, estos trabajos son subestimados. El resto de la población está desempleada, no porque quieran, sino porque no hay las herramientas necesarias para salir de la burbuja de niño que la sociedad y a veces su familia, les forman.

En Colombia hay 52,3% personas con discapacidad en edad productiva, pero solo el 15,5% encuentra oportunidades laborales. ¿Es esto una realidad justa?

La Agenda 2030 planeta que hay un compromiso en promover el empleo pleno y productivo, el trabajo decente para todos y las oportunidades a las personas con discapacidad, permitiendo un acceso sin discriminación a las oportunidades de generación de ingresos legales.

La posibilidad de brindar oportunidades y los medios para el desarrollo de esta población no es una querencia solo de las familias o del Estado, en 2016 el Informe Alternativo de la Fundación Saldarriaga al Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las personas con discapacidad, planteó la promoción del empleo formal a esta población en sus diez recomendaciones. Pero, la dificultad de fondo es que se piensa la discapacidad en la generalidad, se dice que ellos no pueden trabajar, sin embargo, dice Zaira Romero, psicóloga, que la autonomía y capacidad de laborar depende netamente de las características individuales de cada persona.

Los jóvenes con discapacidad tienen el derecho como ciudadanos y seres humanos autónomos a tener las mismas oportunidades que el resto de la población. Trabajar dignamente, no ser utilizados y potencializar sus capacidades desde la diferencia del ser.

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