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Son pocas las personas relacionadas con el tema de discapacidad en Medellín. Para esta investigación se han recolectado voces de expertos, involucrados y entidades de apoyo que hablan acerca de esta población.

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"No intentamos hacer cositas, sino avanzar en las artes"

Actualizado: 25 oct 2018

Artesas es una corporación privada que presta servicios en educación de las artes para jóvenes y adultos con discapacidades intelectuales que han culminado su proceso escolar. Aunque su objetivo es formar profesionales, no son ajenos a las críticas en torno a su quehacer como institución.


Juan Pablo, pedagogo y músico de Casa Taller Artesas. Foto : Sara Toro Ramos

Por: Manuela Ceballos y Sara Toro Ramos

Medellín, 1 de octubre del 2018


Un joven con discapacidad intelectual en Medellín al terminar el ciclo escolar, presenta una limitación de oportunidades en comparación con el resto. No existen universidades o programas de educación superior adaptados para ellos y convertirse en un profesional es en muchas ocasiones, un sueño inalcanzable que se estanca al salir de su hogar. Es por esto que solamente cuentan con la opción de quedarse en su casa, ir a una fundación o un grupo de ayuda.


Cerca al parque de Los Colores, en medio de casas familiares resalta una fachada de dos pisos, ventanas anchas y con una puerta abierta dispuesta a recibir a quien desee conocerla. Basta con cruzar por la entrada para sentir cómo el ambiente cambia y se convierte en un micro mundo de las artes. Pájaros de papel volando, colores, lana y el eco de un grupo de jóvenes que toca instrumentos. Esta se ha convertido en el segundo hogar y la universidad de los que la sociedad muchas veces considera “diferentes”.


Juan Pablo, músico y pedagogo de profesión, es uno de los encargados de formar a los futuros artistas. Cuenta cómo ha sido su proceso desde hace dos años que ha venido perteneciendo a esta institución. A pesar del tiempo, día a día viene con la misma disposición y compromiso de potencializar las capacidades de jóvenes con discapacidad intelectual. No pertenece a esta por ser profesor, sino, por ser artista.


¿Qué es Artesas?

Artesas es una casa de puertas abiertas, tenemos el objetivo claro de aportar a la inclusión social de personas con discapacidades intelectuales. Convivimos artistas y compartimos haciendo eso que nos convoca. Surgió hace 17 años por iniciativa de padres de hijos con discapacidades, los cuales habían terminado sus procesos escolares y tenían la necesidad de darle continuidad a los proyectos de vida de sus hijos.


¿Qué población asiste a la corporación?

La mayoría que convive en esta casa durante la semana son jóvenes, excepto cuatro que ya están por los 40 años de edad, junto con los profesores que son artistas y la directora que es educadora especial y artista, aunque dice no serlo.

Hay jóvenes con todo tipo de discapacidad, como Síndrome de Down, Autismo, y diagnósticos diversos de discapacidad intelectual. Sin embargo, muchos no están actualizados porque apenas desde 2001 hablamos de discapacidad intelectual. A veces llegan con un diagnóstico de retraso mental, pero hay que tener en cuenta que ya se reemplazó el concepto por discapacidades intelectuales y del desarrollo.


Alumnos ensayando para la obra final, con la dirección del profesor de teatro Juan Pablo. Foto: Sara Toro Ramos

¿Los jóvenes de Artesas de que estrato socio económico son?

De todos los estratos de la ciudad y tienen tarifas diferenciales. Hay personas que tienen posibilidades económicas altas y subsidian a otras que no tienen cómo pagar la matrícula completa y por eso la junta directiva estudia casos particulares donde se conceden unas tarifas especiales.


Porque sumado a esto, hay personas que además de tener discapacidades intelectuales, son adultos mayores de 51 años y hablando de poblaciones diferentes a nuestra ciudad, hay otros dos de familia indígena y gitana y tenemos a otro isleño,

Este año tuvimos que subir la matricula porque no nos estaba dando para sostener la corporación. Por eso, los talleres de lunes a viernes cuestan más o menos 850 mil pesos el mes, un solo taller de dos horas en la semana, al mes, cuesta 150 mil. A pesar de esto, en un estudio que realizaron se dieron cuenta que esta es una de las instituciones más económicas de la ciudad.


¿Qué resalta de innovador en Artesas?

La creación de Artesas fue innovadora en su momento, a principios del 2000, ya que pensaron en crear espacios formativos para personas con discapacidades intelectuales. En varios lugares prestan servicio a las personas con discapacidad, las IPS, por ejemplo, con servicios de salud y siempre han estado estos espacios para educar, pero han estado muy cercanos a lo terapéutico y a lo rehabilitador, que es necesario, pero igual falta ayudas para los otros diagnósticos.


En Medellín solo conocemos dos instituciones que se dedican al trabajo de las artes y enfocado particularmente a personas con discapacidades y esas son Artesas y Teatro el Grupo.


¿Por qué es importante o necesario enseñarle artes?

Las artes no son solo para que ellos aprendan a comer, firmar, la dirección de su casa, asuntos sociales o académicos, sino también reconocemos las artes como un campo fuerte de acción, vocacional y laboral. Es decir, un campo en el que los sujetos pueden construir sus proyectos de vida, como lo han hecho los docentes artistas, excepto yo que soy educador especial, pero que estoy acá no por ser educador especial, sino por ser músico.

Las instituciones o hasta los terapeutas usan el arte para completar o facilitar procesos y la diferencia es que nosotros lo utilizamos como mecanismo y excusa para conseguir un montón de asuntos.


¿Cómo son los talleres?

Los talleres son diversos, intentamos de manera permanente ampliar y emplear nuevas formas de entender y comprender el arte y sus posibilidades acción.

Tenemos uno de artes plásticas donde se han realizado cartucheras, mochilas, móviles, manillas, etc. El taller de diseño visual es similar a la experiencia que viene desarrollando Casa de Carlota en Artesas, donde se comercializan los productos, pero principalmente se desarrollan para la institución.


Expresarte es un taller que pretende convertir el arte en un potencial o herramienta comunicativa, por medio del discurso. También está el taller de producción audio visual, fotografía y video. Y en cuanto a la música, hay un taller formativo y dos grupos de proyección: orquesta Amor Latino y Trifonía 21, que incluso tocaron este año en el Festival de Inclusión con otras bandas de la ciudad.


¿Los estudiantes tienen autonomía para elegir sus talleres?

Cada persona que llega a Artesas escoge de manera libre los horarios, los talleres y las intensidades. La opción que siempre les damos es que los chicos puedan venir a ver los talleres y decir sí me gusta, no me gusta, me interesan las artes o no me interesan. A partir de esto, arman su programa formativo. Luego se habla con la familia para ver qué piensan, y se va formando la oferta particular para cada uno. Para pertenecer, los únicos requisitos son: ser mayor de 15 años y estar interesado en formarse en las artes.


¿Las familias cómo se vinculan y qué piensan de Artesas?

Cuando las familias llegan a Artesas se enamoran del lugar y de los procesos que acá ocurren, nos interesa construir nuestro proyecto de vida a partir de las artes. Hasta hoy la corporación se conserva gracias a las familias, ya que es necesario que la quieran para mantenerla viva, no solo por los aportes económicos, sino, por los aportes que cada integrante hace.


Hay alrededor de 53 a 60 artistas y las familias lo que buscan es poder vincularlos y hacerlos partícipes en la construcción de espacios reales de inclusión y participación social a través del arte y de los espacios culturales.


¿Qué opina sobre lo que hace el Estado con esta población?

El Estado tiene unas obligaciones que no puede dejar de cumplirlas, debería fortalecer sus políticas de subsidios y de presupuesto, que cada persona con discapacidad que requiera acceder a un subsidio pueda hacerlo. Además, requiere compromiso político e inversiones presupuestales para permitir que accedan a todos los espacios educativos, recreativos, salud, pero sin convertirse en un estado paternalista. Basta que garantice todos los derechos, pero que no haga solamente lo mínimo.


Jóvenes participando de el taller de teatro los viernes en la tarde. Foto: Sara Toro Ramos

¿Qué opina respecto a las fundaciones que ponen a los jóvenes a hacer obras de teatro o a disfrazarse? Eso se puede interpretar de que los ven siempre como niños…

Nosotros somos fuertes cuestionadores de ello, ya que no queremos nunca hacer “obritas” o mostrar la “pinturita”, porque acá no hay niños, hablamos es de jóvenes con discapacidad intelectual. No intentamos hacer cositas, sino avanzar en las artes. Las producciones artísticas son como son.


Por ejemplo, a las particularidades del sonido de las bandas no se les dice “suenan así porque son personas con discapacidad intelectual”, estas suenan como cualquier otra. Las bandas de Artesas y los talleres han alcanzado grados altos de dificultad donde se ha podido mostrar y exponer su arte en los diferentes eventos con personas sin ninguna discapacidad, donde hay un gran público y al mismo nivel de posibilidades.


Sin embargo, somos cuestionados por los espectadores, porque hay lecturas diversas, mucha gente creerá que el concierto de los chicos es el “conciertico” y aplauden no porque les guste, sino porque hay que aplaudirlos. Y algunas personas creen que ellos vienen a Artesas a entretenerse como un niño con un crayón y una hoja para que pinte, y eso pasa en muchas fundaciones, pero eso no es lo que nosotros pretendemos.


De acuerdo a los dos enfoques, como educador y artista, ¿cómo se debería tratar a esta población fuera de Artesas?

Comprendemos la inclusión como un concepto amplio, creemos que está desligado de los que piensan que solo recae sobre las personas con discapacidad. Se refieren a inclusión social o educación inclusiva cuando participan personas con discapacidad y no es así, hablar de inclusión es un asunto que tiene que ver más con garantizar los derechos de todos los ciudadanos.


Lo que creemos que hay que hacer es garantizar los derechos de las personas con discapacidades intelectuales, de los humanos, los ciudadanos. Permitir que participen activamente de los espacios sociales, culturales, económicos, políticos. Ojalá se consiguiera una incidencia política de las personas con discapacidades intelectuales, por lo menos en nuestra ciudad, no solo personajes que mostrar en instancias administrativas altas, sino que realmente sean partícipes de estas iniciativas. Por eso, algo muy novedoso sería personas con discapacidades intelectuales participando activa y efectivamente en las dinámicas políticas, hablar de sujetos diversos y no tenerle miedo. Cuesta decir: “son personas diferentes”, y no hay que decirlo con temor, lo son, pero igual hay que incluirlos.

 
 
 

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