Soledad
- Sara Toro Ramos
- 4 jul 2018
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 9 jul 2018
La soledad es una de las cosas más comunes que el ser humano siente, y, a su vez, paradójicamente, es de las que menos se habla ¿Qué es en realidad la soledad y en dónde habita?

Soledad en el amor, soledad en la compañía, soledad en el silencio, soledad en el habla, soledad en la muerte y soledad en la vida; soledad que habita en cada uno de nosotros, en cada momento, en cada espacio y en cada lugar. No tiene tiempo, duración y mucho menos dimensión, simplemente está. Que contradictorio suena ese está, si precisamente soledad es vacío, es la nada; pero al mismo tiempo es el todo y sin lugar a dudas, la mayoría de las veces, está.
Hace pocos días me encontraba sola en mi casa y decidí encerrarme en mi habitación. La oscuridad invadía mi cuarto y la soledad era mi única compañía. Lo único que hice fue acostarme en mi cama y empezar a pensar qué tan frágiles somos, porque soledad no es otra cosa que fragilidad. Una fragilidad que te hace desear poder tener a alguien a tu lado, te evoca momentos vividos en compañía, te aturde e inunda en tus propios pensamientos, miedos e inseguridades. La oscuridad es enceguecedora, pero al mismo tiempo aclara tus sentimientos de la forma en que nadie más puede hacerlo, está colmada de melancolía y un tono lúgubre que hace que comiences a añorar y desear todo aquello que te falta.
La soledad se lleva adentro, se arraiga en lo más profundo de tu alma y muchas veces allí se queda. Aunque no siempre se manifieste allí está, empieza a ser parte de ti, de tu vida, convirtiéndose en tu fiel consejera y paradójicamente, en tu fiel compañía. Me di cuenta que siempre he tratado de huir de ella, pero nunca lo he conseguido, siempre ha estado ahí, esperando a que algún día le reconozca su papel.
No es loco el pensar traducir o complementar soledad con oscuridad. Una oscuridad colmada de vacío donde no se es posible mirar más allá y la cual se encuentra habitada por esa paradójica única compañía, llamada: soledad. Esa oscuridad que puede estar tanto afuera como adentro de nosotros, pero que muchas veces le tememos a la de afuera y no a la interior,“…,Hombre, no tengas miedo, la oscuridad en que estás metido aquí, no es mayor que la que existe dentro de tu cuerpo, son dos oscuridades separadas por una piel…tienes que aprender a vivir con la oscuridad de fuera como aprendiste a vivir con la oscuridad de dentro”. (Saramago, p. 221-222).
Que hermoso y cierto Saramago al atreverse a decir que son dos oscuridades separadas por una piel, oscuridades diferentes o una mayor que la otra; tal vez, pero al fin y al cabo siguen siendo oscuridad. La oscuridad que independientemente de su tamaño, forma o manera de presentarse alberga el mismo significado, la misma soledad y las mismas ganas de salir de allí.
Lo único que nos separa del exterior es esa carne que con la intención de protegernos no permite que ese mundo de afuera haga contacto con lo más profundo de nuestro ser, pero a pesar de intentarlo, ambos viven lo mismo, la misma oscuridad. Ese gran monstruo que nos atrapa y trata de sumergirnos hasta quedar presos en sus garras sin escapatoria alguna, y en realidad lo logra; pues esa barrera no funciona, ya que, la mayoría de las veces él es más fuerte y astuto que nosotros, logra penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser y se queda a habitar allí. Invade nuestra vida, tanto externa como internamente, y aunque no seamos conscientes de ello, es una dualidad habitada por la misma realidad, tú realidad, reflejada en diferentes perspectivas pero al fin y al cabo viviendo lo mismo.
Es irónico cómo muchas veces no somos capaces de soportar esa oscuridad exterior y nos morimos de miedo frente a ella al ver que estamos solos y no logramos ver nada, pero con la oscuridad interior se nos hace habitual vivir, aunque estemos aturdidos y tapados completamente por ella sin ser capaces de salir de ahí o de lograr ver esa lucecita al final del túnel, como dicen por ahí.
Cuando somos conscientes que esa oscuridad y soledad existen es que huimos con todas nuestra fuerzas porque no logramos convivir con ella, nos da pánico, nos paraliza el creer que eso que estamos viendo en el exterior puede estar habitando en nuestro interior. Los únicos que lograran soportar esta soledad, serán aquellos capaces de convivir, encontrar compañía y ser felices con ellos mismos.
¿Pero por qué le tememos a la soledad?, sería maravilloso lograr soportarla y reconocer que muchas veces es necesario un espacio o momento en el cual nos podamos encontrar, conocer y descubrir a nosotros mismos. Muchos creen que soledad es ausencia de felicidad, pero no lo es; la soledad sirve de recogimiento y te ayuda a hacer una pausa en tu vida.
De vez en cuando, buscar refugio en ella es necesario, porque en ocasiones necesitamos aislarnos del mundo y concentrarnos en nosotros mismos, pensar y aclarar tantas cosas de nuestra vida que no se encuentran en su lugar. ¡Qué necesidad tiene el hombre de sentirse acompañado!, de solo pensar en aislarnos unos cuantos días del mundo para estar con nosotros mismos nos parece aterrador y no somos capaces de dimensionar un momento de nuestra vida en soledad, sin contacto con otras personas, sin tener a la mano un teléfono celular. Estamos tan acostumbrados al bullicio de la ciudad que no nos imaginamos en completo silencio, ni dimensionamos que este pueda existir, silencio que puede estar colmado de más compañía que aquella cantidad de ruido lleno de soledad infinita; se trata simplemente de convivir con la soledad y desnudarte ante ella.
Es en ese momento, en el que solo estás tú, con tus sentimientos y pensamientos, donde nadie más interrumpe, nadie, solamente tus ganas de salir de ahí y correr hacia el lado de donde se encuentran las personas que amas, porque ya empezaste por amarte a ti mismo, por darte tu tiempo, espacio y lugar. El problema es que cuando esa soledad se hace constante y se convierte en un estilo de vida, ahí es que se vuelve perjudicial y te consume, consume toda tu vida y te arrastra al aislamiento y depresión.
¿Dónde se vive a más plenitud la soledad que en la muerte? ¿Qué queda cuando alguien muere?, nada, absolutamente nada; esa nada transformada en amargura, ausencia de personas, de emociones, de vida y de luz. Una nada que se convierte en un todo y solo es acompañada por la soledad y la oscuridad, por eso no hay mejor ejemplo que logre ilustrar qué es soledad que el de la muerte. Soledad simplemente es ausencia ¿ausencia de qué? Ausencia de todo y todos, pero al mismo tiempo es la compañía de la oscuridad.
Todo es soledad, la soledad se respira en cada paso que das, en cada camino que forjas y en cada aventura que estas a punto de emprender. La soledad se construye, se moldea, se conoce y se aprende a vivir con ella. La soledad no se va, se camufla como un camaleón, pero allí sigue. El camaleón no deja de ser por tan solo cambiar de piel. Él es, termina de crecer, madurar y allí se queda.
Por eso la soledad seguirá siendo uno de nuestros mayores miedos, vacíos, escape, refugio, compañía, tristeza y nuestra mayor excusa para poder llorar y gritar. No es más que un mundo tenebroso, misterioso, pero al mismo tiempo maravilloso; es un libro abierto en el que decides aventurarte a navegar o simplemente embarcar.
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