El amigo de la palabra
- Sara Toro Ramos
- 30 jul 2018
- 5 Min. de lectura
José Guillermo Ánjel, un judío enamorado de la lectura y la escritura es uno de los intelectuales más reconocidos y admirados, no solo por ser un hombre con amplios conocimientos, sino, por ser uno de los mejores conversadores.

Por: Sara Toro Ramos
Levantarse cantando es la fórmula de José Guillermo Ánjel para estar contento, por lo que todas las mañanas tararea milongas, tangos, porros o cualquier música cultural. Luego de toma una taza de cafpe, se sienta en su escritorio a leer mínimo quince páginas de un libro, y, solo así, ya está listo para empezar su día.
Con sus gafas colgando del cuello, su típica camisa gris, su estómago que sobresale fácilmente y tomando un tinto: José llega a la cafetería y decide sentarse en donde pudiera hablar y fumar al mismo tiempo- Con voz pausada y el uso constante de la muletilla "¿cierto?", inicia el relato sobre su vida.
José Guillermo Ánjel empezó a ser conocido como Memo Ánjel cuando en Alemania le dijeron que, como allí pronunciar ese nombre era imposible, se tenía que poner otro. En ese instante para el mundo, comenzó a ser Memo.
Estudió Comunicación Social y Perdiosmo en la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) porque estaba enamorado de una mujer que estudiaba es, "si ella hubiera estaba estudiando Física Nuclear, yo sería un físico nuclear". Después se desenamoró y se enamoró de la carrera. Hoy se considera "una hechura de las comunicaciones" y ha trabajado en todas las áreas de esta. Actualmente es docente de la UPB e ingresó luego de que su empresa de publicidad quebrara y su vida se le hubiera destrozado, hasta el punto de haber perdido el matrimonio.
Escritura y lectura
"Yo nunca he leído ni escrito, yo llegué como buen bailarín y ya", pero un profesor le regaló "Crimen y Castigo" y le dijo: "Léalo y bótelo, pero no me lo devuelva". Era la primera vez que veía un libro de ese tamaño, pero inclusive así, al lunes, fue donde el profesor y le dijo: "Don Daniel, me lo leí, pregunte". A partir de ese momento se volvió un gran lector de, mínimo, 40 páginas al día.
Le dieron la oportunidad de escribir para un medio de comunicación que se llamaba "El Correo" y desde ese instante escribir se le volvió costumbre. Hoy en día produce 2 o 3 libros al año sobre historias de la familia, el otro y humor. Tiene más de cincuenta publicaciones entre novelas y ensayos. "Mesa de Judíos" ha sido el libro cumbre para él, porque, no solo fue el que lo hizo reconocido, sino también, porque es una autobiografía; "es un librito muy sentido, muy bonito de cómo es la vida de uno".
Ha fundado más de cuatro editoriales y con todas se ha quebrado, la que más frutos le dio fue "Angel de la guarda editores", porque con ella publicó alrededor de quince libros. En estos momentos está tratando de sacar adelante la última que creó con sus amigos, llamada "Ficción Editorial".
Infancia
Memo es judío, de origen Sefardí, lo que para él significa tener una identidad y un punto desde dónde mirar el mundo. Va a la sinagoga dos veces al año: en Pascua y Año Nuevo. Su familia se vino a Medellín uando su madre estaba embarazada de él, porque como su papá era técnico textil lo contrató Fabricato.
Alrededor de la mesa del comedor pasó los mejores años de su vida junto con sus padres, sus ocho hermanos y la señora del servicio, Alicia. En ella hablaban de las experiencias del día y, sobre todo, del sueño que tenían de viajar a Jerusalén. Para cumplirlo, su papá intentaba crear una máquina para hacer pan con herramientas y utensilios caseros.
Coleccionaba estampillas de diferentes álbumes y, solo si hacía la tarea, veía la serie "Investigador Submarino". En su infancia fue muy feliz, salvaje y picarón. Intentó enamorar a la hija de un pastor protestante, "y eso fue maravilloso. Mientras el otro predicaba para irse al cielo, yo estaba llevándome a la hija a cine". Rara vez lo felicitaron pero sí lo regañaron muchas veces, porque, además, siempre fue el niño del 3,5.
Relaciones
Tiene dos hijas y describe la relación con ellas como la "de gente a la que uno quiere mucho y por la que se haría matar". Son la extensión de él, lo mejor que le ha pasado, su mayor regalo y logro. María del Pilar, su hija mayor, no se cana de admirar a su padre y describirlo como un papá responsable que siempre está ahí para enseñarles y ayudarles.
Considera que tiene tres amigos y que "son gente que se la juega por uno, que están en las buenas y en las malas y uno haría lo mismo". Con Reinaldo Spitaletta, su mejor amigo desde hace 30 años, no solo tiene una relación de amistad, sino, también, de colegas intelectuales. "Memo es extraordinario, sincero, respetuoso y transparente", generalmente es muy tranquilo pero no tolera a las personas irracionales que no reflexionan.
A pesar de que no dice los sentimientos con palabras, sí los demuestra con acciones, abrazos o besos. Es comprensivo y trata de no juzgar a nadie sin antes conocerlo. Cree ciegamente que puede aprender de cualquier persona, ya sea desde el portero hasta un maestro.
Con Ana Cristina Aristizábal, desde hace 10 años, realiza el programa de radio "La otra historia". Ella lo que más le admira es su capacidad de hacer intertextualidades entre los textos que lee. También, el ser capaz de planear el tema del programa un minuto antes de empezar gracias a todo lo que ha leído.
Gustos
Pinta óleo sobre papel gracias a los malos profesores que lo hacían aburrir en clase y a que cuando estudió fotografía, aprendió a ver y a copiar la realidad teniendo en cuenta la composición y las proposiciones. Talla madera como herencia de su padre, este era carpintero y le enseñó a hacer cajones, repisas y algunos muebles.
Ama dormir y si pudiera tener algún súper poder le encantaría que este fuera lograr dormirse en cualquier parte y en cualquier momento. Mientras duerma, fume y coma no le hace falta nada, por eso, se imagina en un futuro haciendo esas tres mismas cosas. Pero, siempre con al menos diez mil pesos en su bolsillo, porque con eso compra los cigarrillos y ya con eso tiene.
La primera vez que fue a cine vio Tarzan en el Teatro Lido y desde eso le encanta ver películas. Llora muy fácilmente con las historias de amor, porque para él este lo es todo y, además, "me parece delicioso llorar". Pero, también, se ríe fácilmente e intenta sacarle chiste a todo. A su vez, le encanta ver juegos de béisbol porque él lo practicaba cuando era joven.
Curiosidades
Viajó a Israel a estudiar Economía y, aunque no con su familia, pudo cumplir el sueño que tenía desde pequeño de conocer Jerusalén. Allí aprendió a tirar cartas y leer el horóscopo para ganar plata. A Berlín se fue a hacer una maestría en urbanismo y ahí "sí me tocó vivir como un rico", gracias a que se fue con una beca y por ellos siempre encontraba dinero en su cuenta.
"Uno tiene subidas y bajadas, pero me ha parecido una vida muy divertida" y si volviera a nacer volvería a hacer lo mismo. A pesar de las dificultades, siempre está en su mejor época, hasta cuando se estaba separando, porque mientras esto ocurría tenía otra novia que lo apoyaba.
No le teme a la muerte porque ya ha vivido muchas cosas y está preparado para eso, a pesar de que no soportaría pasar sus últimos años de vida en un hospital conectado a diferentes máquinas. En cambio, preferiría morir de una, porque para él vivir es estar bien y si está postrado en una cama no estaría bien por lo tanto no estaría viviendo.
Para Memo las cualidades no existen, simplemente se es bueno para algo, pero si él tuviera que decir una suya, sería: "El amor por enseñarle a la gente". Es un intelectual y maestro en todo el sentido de la palabra, se fuma alrededor de una cajetilla de cigarrillos al día, lee, hace caricaturas humorísticas, escribe, come, lee. dicta clases, escribe, come, lee... y así pasa su mayor parte del tiempo, entre libros, páginas en blanco y un lapicero ávido por escribir.
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